Devocional diario septiembre 08
Ungidos para algo grande
“Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.” 1ra. Samuel 16:11
Es curioso que el profeta dijera que nadie podía sentarse a la mesa hasta que David llegara y esto ocurrió porque su lugar estaba apartado, es decir ninguno podía disfrutar del banquete hasta que él llegara. Lo que David escribió al final del Salmo 23, lo vivió en este y en muchos momentos de su vida:
“ Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.”
Tu lugar en la mesa no puede ser tomado por nadie, es tuyo, y nadie te lo va a quitar hasta que llegues. No te preocupes si otros se adelantaron a la fiesta, nadie comerá de lo que te pertenece y ha sido preparado para ti. Quizás mucha gente, así como los familiares de David, piensan que no deberías estar donde estás, pero el Señor tiene un tiempo preciso para que tomes tu lugar y asumas tu llamado.
“…Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces el Señor dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.” 1ra. Samuel 16:12
Puede que no creas que Dios tiene algo grande para ti, pero cuando Él dice que el siguiente eres tú, el llamado te va a perseguir toda la vida.
Dios le dijo al profeta Samuel es él; cuando tienes la unción de Dios, Él mismo se encarga de decirle a tu jefe, este es a quien tienes qué promocionar, este es a quien le vas a subir el sueldo, es a esta a la que vas a bendecir!
Es Dios mismo el que le va a decir a ese joven o a esa señorita: es él la persona con la que te vas a casar, lo sabrás porque Dios también le ha hablado a esa persona y existe un plan de parte de Dios.
1ra. Samuel 16:13
“Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu del Señor vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.”
A partir de ese momento, David ya no fue el mismo, esto pasa cuando recibes del cielo el llamado de Dios. Nunca más volvemos a ser los mismos, algo revolotea adentro nuestro y sabemos que es el Espíritu Santo.
Aunque por breve tiempo tuviera que seguir ocupándose de las tareas cotidianas como seguir cuidando las ovejas, su destino ya quedó marcado. Sobre tí quedó impresionado el llamado de Dios, así no te agrade mucho lo que estés haciendo ahora. Puedes hasta pensar que para eso no te preparaste, pero la unción sobre ti se encargará de llevarte a la mesa donde te tienes qué sentar, y ponerte frente a personas influyentes, el llamado te va a promocionar hacía tu destino.
Aunque sigas haciendo lo mismo, seguir con el mismo empleo, el mismo llamado de Dios te hace una persona diferente. La promoción de Dios en nuestra vida se hace evidente poco a poco.
Antes de conocerle trabajabas dependiendo sólo de tus habilidades, pero al llegar a Sus pies y descubrir Su propósito para ti, Dios comienza a sacarte del anonimato y desarrollas tu llamado. No importa que tu tarea continúe siendo la misma porque ahora el Espíritu del Señor está sobre tu vida y te va a ayudar a vencer gigantes.
“Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien. Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David.
Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor. Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? El se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel.” 1 Samuel 17.
Cuando David se enteró de la recompensa que había por derrotar al gigante, quizás se interesó aún más pero hay qué saber diferenciar a los gigantes de las oportunidades de crecimiento.
Por ejemplo, nuestra familia no es un gigante a vencer, sino una oportunidad de crecer. Ellos te enseñan a ser humilde, te hacen ver tus errores, te critican y te ayudan a formar tu carácter mientras que los gigantes son los enemigos a los que hay qué vencer porque de ello depende recibir tu recompensa. Cuando David escuchó que recibiría algo si derrotaba al gigante, lo animó aún más para luchar y triunfar.
“Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?” 1ra. Samuel 17:26.
En este versículo, David comienza a nombrar a Dios. La unción que tenía le hizo capaz de vencer al oso y el león. Lo mismo sucede con tu vida, debes vencer al oso y al león para estar preparado ante el gigante.
El león representa al mundo y las tentaciones carnales que nos acechan. Él enemigo es como un león rugiente que busca tu debilidad para atacarte por la espalda y cuando estás solo, porque se abalanza sobre los más débiles.
Por el contrario, el oso que hiberna, se para en dos patas y ataca de frente. Éste representa tu carne, que no siempre es un problema, pero de vez en cuando te ataca. Puedes ser muy espiritual y vivir según lo que el Señor manda pero en cierto momento sientes el impulso de vivir en la carne como lo hacías antes de conocerlo. Tal vez se te antoja ir a las rumbas que frecuentabas o hacer las cosas que acostumbrabas hacer.
Aunque te sientas débil en tu carne, ahora tienes la poderosa unción que te ha posicionado para vencer al oso y al león en lo secreto, cuando nadie se da cuenta. Si lo logras vencer en lo secreto, quiere decir que estás preparado para vencer al gigante en público.
A veces se preguntan el por qué algunos no han sido promovidos o han pasado a otro nivel si la unción los acompaña, la razón es que aún tienen ciertas cosas que resolver en privado antes de poder enfrentar a Goliat en público. Si aún estás en el anonimato, es porque todavía te falta vencer leones y osos que te acechan.
David tomaba a las bestias por la quijada y los vencía y de manera similar lo hizo con Goliat. Dice la Palabra que el filisteo llevaba 40 días hablando, gritando y amenazando al ejército de Israel.
1 Samuel 17: 41 -42
“Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses.”
Esta fue la última vez que el gigante moduló palabra alguna pues David lo calló al no tolerar que se metiera con Dios.
El Goliat que amenaza tu vida se tiene qué callar cuando, a pesar de las circunstancias, confieses quien eres. La gente podrá decir que estás loco, pero esa es la única manera de vencer a los gigantes, siempre, de día y de noche hablando la Palabra de Dios.
Camina para el Señor, haz tus quehaceres diarios en Su presencia, trabaja en unión con el Espíritu Santo, porque Él está contigo.
La oración precede al llamado, mientras más ores, más preparado estarás para eso grande que Dios tiene para ti.