Es Tiempo de Conectar, marzo 14
Amante de la presencia de Dios
La intimidad con Dios no es un concepto teológico aprendido en un seminario o leyendo libros sino que es una realidad que se experimenta de una manera personal.
Dile a Dios conmigo en este momento: «Quiero ser un amante de tu presencia.”
“Una vez más, David reunió los treinta batallones de soldados escogidos de Israel, y con todo su ejército partió hacia Balá de Judá para trasladar de allí el arca de Dios, sobre la que se invoca su nombre, el nombre del Señor Todopoderoso que reina entre los querubines.
Colocaron el arca de Dios en una carreta nueva y se la llevaron de la casa de Abinadab, que estaba situada en una colina.
Uza y Ajío, hijos de Abinadab, guiaban la carreta nueva que llevaba el arca de Dios.
Ajío iba delante del arca, mientras David y todo el pueblo de Israel danzaban ante el Señor con gran entusiasmo y cantaban al son de arpas, liras, panderetas, sistros y címbalos.
Al llegar a la parcela de Nacón, los bueyes tropezaron; pero Uza, extendiendo las manos, sostuvo el arca de Dios. Con todo, la ira del Señor se encendió contra Uza por su atrevimiento y lo hirió de muerte ahí mismo, de modo que Uza cayó fulminado junto al arca.
David se enojó porque el Señor había matado a Uza, así que llamó a aquel lugar Peres Uza, nombre que conserva hasta el día de hoy.
Aquel día David se sintió temeroso del Señor y exclamó: «¡Es mejor que no me lleve el arca del Señor!» Y como ya no quería llevarse el arca del Señor a la Ciudad de David, ordenó que la trasladaran a la casa de Obed Edom, oriundo de Gat.
Fue así como el arca del Señor permaneció tres meses en la casa de Obed Edom de Gat, y el Señor lo bendijo a él y a toda su familia.
En cuanto le contaron al rey David que por causa del arca el Señor había bendecido a la familia de Obed Edom y toda su hacienda, David fue a la casa de Obed Edom y, en medio de gran algarabía, trasladó el arca de Dios a la Ciudad de David.
Apenas habían avanzado seis pasos los que llevaban el arca cuando David sacrificó un toro y un ternero engordado.” 2 Samuel 6:1-13.
El Arca de Dios era el lugar donde Él habitaba. En el Antiguo Testamento no era como ahora que podemos disfrutar de la presencia del Espíritu Santo en cualquier lugar.
Jesús, con Su sacrificio en la cruz, permitió que cualquiera tuviera acceso a la presencia de Dios. Al morir, el velo del templo se rasgó en dos y en sus últimas palabras nos dijo: «Les conviene que yo me vaya porque dejaré a alguien que estará con ustedes todo el tiempo.»
El arca del pacto estaba en casa de Obed-edom porque el rey David la dejó allí luego que el Señor castigó a Uza con su muerte.
Es difícil entender la razón del enojo de Dios pero la lección es que las buenas intenciones no son suficientes cuando se sirve a Dios y había unos parámetros muy claros que se debían seguir para transportar el arca.
Ellos violaron un principio divino y llevaron el Arca sobre un carro cuando el mandato era que solamente podían llevarla los escogidos del pueblo.
Obed-edom recibió la presencia de Dios en su casa y con ella, también recibió la bendición de Dios. Cuando te vuelves un amante de Su presencia, no solo atraes la Gloria de Dios a tu vida sino que con ella viene la bendición de Dios sobre ti y sobre toda tu casa.
1 Samuel 7: 1-2 «Los de Quiriat Yearín fueron a Bet Semes y se llevaron el arca del Señor a la casa de Abinadab, que estaba en una loma. Luego consagraron a su hijo Eleazar para que estuviera a cargo de ella. El arca permaneció en Quiriat Yearín durante mucho tiempo. Pasaron veinte años, y todo el pueblo de Israel buscaba con ansiedad al Señor.»
Antes de llegar a casa de Obed-edom, el Arca estuvo durante veinte años en casa de Abinadab porque los filisteos, siendo enemigos, la dejaron allí pues les perjudicaba tenerla.
Es necesario notar la gran diferencia entre estos dos personajes: Obed-edom capturó y valoró la presencia de Dios en solo tres meses, mientras que Abinadab no fue capaz de obtener bendición de la presencia de Dios sabiendo que la tuvo en su casa durante veinte años.
Abinadab significa, Mi padre es noble y generoso. Padre de una promesa, alguien dispuesto o voluntario. Pero para este hombre las promesas de tener la presencia de Dios en su hogar no bastó.
Dios honra Su Palabra pero no hay necesidad de buscarlo con lamentos y reclamos como sucedió en casa de Abinadab durante 20 años.
En la presencia de Dios no hay tristeza sino plenitud de gozo.
El nombre Uza, aquel que tocó el arca para que no se cayera de la carretilla de los bueyes, significa «esfuerzo propio» lo cual se puede interpretar que no es con nuestras fuerzas, con nuestro propio esfuerzo o con sólo nuestras estrategias humanas que obtendremos la bendición y el favor de Dios.
Mientras que Obed-edom significa «aquel que está sirviendo», es decir que la actitud correcta para atraer la presencia de Dios a nuestras vidas es el servicio.
Hay personas que son como Abinadad, llevan 20 años o más de cristianos pero aún no le conocen, no han logrado cautivar su corazón ni se han vuelto amantes de su presencia sino que solo hacen las cosas por costumbre pero no porque están enamorados de Dios.
La actitud de Abinadab no fue del agrado de Dios porque andaba lamentándose, adoraba a otros dioses y solo cuando las cosas iban mal, se acercaba al Dios verdadero solicitando ayuda y misericordia.
Cuando un niño pequeño se lastima y busca a su madre para que lo consuele, ella le dice: «Hijo, tranquilízate, deja de llorar y dime qué te sucedió.» Así pasa también con nosotros cuando nos acercamos a Dios con tristeza y depresión, Él nos dice: «¡Cuéntame qué es lo que te sucedió! ¿Cómo te sientes? Aquí está mi hombro para que te recuestes y te consueles.»
Muchas veces nos sucede lo mismo, cometemos errores y nos acercamos al Señor para que nos haga el milagro de salvarnos pero lo hacemos con lamentos y tristeza, justo de la forma que a Él le desagrada. Lo que mueve el corazón de Dios nunca es la queja ni la autocompasión sino la oración y que lo busques con todo tu corazón.
Jeremías 29:12-13 «En esos días, cuando oren, los escucharé. Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme.»
Obed-edom actúo muy diferente a Abinadab pues nunca se lamentó, por el contrario acomodó el Arca, llamó a su familia y les hizo entender la gran bendición que representaba gozar de la presencia de Dios. Nunca preguntó qué obtendría a cambio, si le pagarían por resguardar el tesoro más valioso del mundo.
Nuestra intención al acercarnos a Dios debe ser buscarle y encontrarle, pasar tiempo con Él, no esperar algo a cambio aunque la sanidad, la prosperidad y la alegría lleguen por añadidura.
Busca a Dios, recíbelo, dale Su lugar en tu vida, sírvelo y recibirás bendición. Tu victoria se centra en que tú lo busques con todo el corazón. Cuando anhelas la presencia de Dios, Él será el centro de tu alegría. Si la bendición tarda es porque quizás hay algo en nuestro corazón que no está bien respecto a Su presencia. Él desea que lo busques siempre por el anhelo de encontrarlo y tenerlo junto a ti.
Una esposa se sentiría utilizada si su esposo la busca solamente cuando tiene hambre. Por el contrario, se sentirá amada si su esposo constantemente la llama, la escucha y se interesa por ella.
Te animo a que te acerques a Dios no solo por obtener respuesta a tu necesidad, sino porque lo amas. Para saber cuánto le anhelas, revisa la cantidad de tiempo que dedicas a hablarle y no solo para recordarle tus necesidades.Obed Edom buscaba estar cerca de Dios en todo momento, hizo parte del grupo que cantaba alabanzas mientras el Arca de la presencia de Dios estaba en su hogar y avanzaba hacia Jerusalem.
1 Crónicas 15:21 nos dice que, «Matatías, Elifelehu, Micnías, Obed-edom, Jeiel y Azazías tenían arpas afinadas en la octava para dirigir.”
Cuando alguien ama a Dios nunca será demasiado, siempre querrá más. Obed Edom dijo: «… aunque sea de portero, con tal de estar cerca del Arca.»
1 Crónicas 16: 37- 39 “David dejó el arca del pacto del Señor al cuidado de Asaf y sus hermanos, para que sirvieran continuamente delante de ella, de acuerdo con el ritual diario. Como porteros nombró a Obed Edom y sus sesenta y ocho hermanos, junto con Obed Edom hijo de Jedutún y Josá.
Al sacerdote Sadoc y a sus hermanos sacerdotes los encargó del santuario del Señor, que está en la cumbre de Gabaón.”
El servicio de Obed Edom hizo que inspirase a sus 68 hermanos porque cuando tú eres amante de la presencia, ese amor tuyo contagia al resto y toda tu familia pronto estará sirviéndole contigo.
Cuando eres amante de la Presencia de Dios, Él bendice tus generaciones.
1 Crónicas 26:4-8 “Los hijos de Obed Edom fueron: Semaías, el primero; Jozabad, el segundo; Joa, el tercero; Sacar, el cuarto; Natanael, el quinto; Amiel, el sexto; Isacar, el séptimo, y el octavo, Peultay. Dios bendijo a Obed Edom con muchos hijos. Semaías hijo de Obed Edom también tuvo hijos, los cuales fueron jefes de sus familias patriarcales, pues eran hombres muy valientes.
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