Es Tiempo de Conectar, septiembre 23

Plena Confianza

Aprender a confiar en el Señor produce un círculo virtuoso y la obediencia se vuelve más fácil produciendo una confianza cada vez mayor.

Nos cuesta entregarle las riendas de nuestra vida a Dios precisamente porque pensamos que es nuestra, que nos pertenece. ¿Cuándo es que se la vas a entregar?

Una vez una persona pasó las Cataratas del Niágara en bicicleta sobre un cable y en medio de los ánimos que le daba la gente, llegó hasta el otro lado. Llega entonces alguien para entrevistarlo, le toman fotos y luego pregunta: “¿Quién se sube conmigo para pasar de nuevo? Una niña se anima y se sube al timón de la bicicleta y logra cruzar las cataratas de nuevo. Vuelven los reporteros y entrevistan a la niña y le preguntan por qué se subió con él; respondiendo ella dijo, es que es mi papá y confío en él.

¿Le tenemos confianza al Padre celestial como la tiene un niño?

Isaías 12.2 (NTV) dice:

«Miren, Dios ha venido a salvarme. Confiaré en él y no tendré temor. El Señor Dios es mi fuerza y mi canción; Él me ha dado la victoria.»

Dios quiere que confíes en Él. Es diferente confiar que creer. Si te vuelves una persona confiada en Él, se demostrará sobrenaturalmente en tu vida. Como esa niña que tenía la certeza que no le sucedería nada, así quiere Dios que confíes en Él, como un niño. No dejes morir ese espíritu de niño que llevas dentro.

Josué 6.1-5 dice:

«Las puertas de Jericó estaban bien aseguradas por temor a los israelitas; nadie podía salir o entrar. Pero el Señor le dijo a Josué: «¡He entregado en tus manos a Jericó, y a su rey con sus guerreros! Tú y tus soldados marcharán una vez alrededor de la ciudad; así lo harán durante seis días. Siete sacerdotes llevarán trompetas hechas de cuernos de carneros, y marcharán frente al arca. El séptimo día ustedes marcharán siete veces alrededor de la ciudad, mientras los sacerdotes tocan las trompetas. Cuando todos escuchen el toque de guerra, el pueblo deberá gritar a voz en cuello. Entonces los muros de la ciudad se derrumbarán, y cada uno entrará sin impedimento.»

Cuando el Señor te llame a hacer una tarea que no parezca razonable, tienes dos opciones: obedecerle a pesar de no entender lo que pasará después, o temer y tratar de encontrar una salida. Josué escogió la primera opción. Porque confiaba en el Señor, ignoró toda su experiencia militar y adoptó el extraño plan de batalla de Dios. Con los años, había aprendido que el Señor es fiel y siempre tiene la razón.

La manera cómo respondemos a las tareas difíciles de Dios, revela nuestro nivel de compromiso. Podemos creer que vamos bien hasta que Él propone un cambio de estrategia y de dirección. Cuando resistimos nos damos cuenta de que no estamos tan cerca de Dios como pensábamos. En ese momento, la decisión que tomemos va a mostrar si el Señor podrá usarnos de la manera como Él desea.

A veces, la obediencia es una lucha y se nos ocurre pensar en todas las razones por las que el plan del Señor no es lógico. El miedo te domina mientras que tu voluntad lucha para obedecer, sin embargo la obediencia es siempre la mejor opción, porque Dios es fiel y sabio.

Cada vez que confirmas tu confianza en Dios es como si hicieras un depósito en la cuenta del cielo. Es como ir formando un capital para los días de dificultad.

2 Corintios 3:12 NVI dice:

“Así que, como tenemos tal esperanza, actuamos con plena confianza.”

Vivir con plena confianza es vivir con esperanza en Dios.

La esperanza es el ancla de nuestras vidas pero si la perdemos, nuestra vida va a ir sin rumbo y sin dirección.

Mientras la vida nos ha enseñado a desconfiar de todo y de todos, la confianza en Dios es nuestra ancla segura, en Él podemos confiar plenamente.

Cuando no tengas ganas de seguir adelante, confía plenamente en Dios.
Cuando todo se ponga feo, confía plenamente en Dios.
Cuando pasen los años y no veas sus promesas cumplirse, confía plenamente en Dios.

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