Es Tiempo de Conectar, abril 25
El Dios que nos sustenta
«Así que yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Quién de ustedes que sea padre, si su hijo le pide un pescado, le dará en cambio una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” Lucas 11:9-13.
Busquemos a nuestro Dios con el mismo afán y aún con uno mayor que con el que buscamos el sustento diario, pero pongamos nuestra confianza sólo en Él. Dios anhela darte de Su Santo Espíritu si se lo pides, ¡Él sin dudar, te llenará de Su presencia!
Dios en su misericordia siempre ha provisto maná para sus hijos. Él es aquel que siempre nos ha sustentado. ¿Crees que nos dejará solos en nuestras necesidades? Dios tiene provisión abundante para cada uno de nosotros.
Deuteronomio 8:1-3,
«Cumple fielmente todos los mandamientos que hoy te mando, para que vivas, te multipliques y tomes posesión de la tierra que el Señor juró a tus antepasados.
Recuerda que durante cuarenta años el Señor tu Dios te llevó por todo el camino del desierto, y te humilló y te puso a prueba para conocer lo que había en tu corazón y ver si cumplirías o no sus mandamientos.
Te humilló y te hizo pasar hambre, pero luego te alimentó con maná, comida que ni tú ni tus antepasados habían conocido, con lo que te enseñó que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del Señor.»
Tú y yo vivimos de toda Palabra que sale de la boca de Dios. Entonces, ¿qué es lo que necesitamos para vivir? ¡La Palabra de Dios!
Salmos 104:15 “… el vino que alegra el corazón, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida.”
El vino alegra el corazón del hombre, el aceite hace brillar el rostro y el pan sustenta la vida del hombre.
Cuando buscamos la presencia de Dios y nos encontramos con Él, todo nuestro ser se llena de alegría y una sonrisa ilumina nuestro rostro. El Espíritu Santo nos llena con una alegría que no es temporal sino que para esta vida y la vida eterna.
El aceite se refiere a la unción, la autoridad y los dones que el Espíritu Santo derrama en nuestra vida cuando buscamos Su rostro. Dice en Éxodo que Moisés luego de contemplar la gloria del Señor, su rostro brillaba. ¡Y todos lo notaron! Así también, sucederá contigo…Todos sabrán que estuviste con Dios porque vas a brillar.
El pan, símbolo de la Palabra de Dios, es el que te da el crecimiento. Necesitamos buscarla a diario para saber hacia dónde dirigirnos. ¡No te preocupes por lo que vas a comer! Su Palabra será tu sustento y el vino del Espíritu Santo hará que estés alegre siempre.
Y cuando te esté yendo bien y estés siendo prosperado e influyente, cuídate de no olvidarte quién te dió el poder para hacer las riquezas… Recuerda que siempre fue y es Dios.
Vers.11-18,
“Pero ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios. No dejes de cumplir sus mandamientos, normas y preceptos que yo te mando hoy. Y cuando hayas comido y te hayas saciado, cuando hayas edificado casas cómodas y las habites, cuando se hayan multiplicado tus ganados y tus rebaños, y hayan aumentado tu plata y tu oro y sean abundantes tus riquezas, no te vuelvas orgulloso ni olvides al Señor tu Dios, quien te sacó de Egipto, la tierra donde viviste como esclavo.
El Señor te guió a través del vasto y horrible desierto, esa tierra reseca y sedienta, llena de serpientes venenosas y escorpiones; te dio el agua que hizo brotar de la más dura roca; en el desierto te alimentó con maná, comida que jamás conocieron tus antepasados.
Así te humilló y te puso a prueba, para que al fin de cuentas te fuera bien. No se te ocurra pensar: Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos. Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados.”
Dios es el que corre el riesgo de prosperarte y bendecirte. Él se encarga de levantarte y de bendecirte. Es un Dios que cumple Su pacto, pese a que, al hacerlo, un día nos olvidemos de Él. Es tanto el amor que nos tiene Dios que nos bendice a pesar de nuestra ingratitud.
Tú corres el riesgo si te llenas de orgullo y Él de que te olvides de Él.
Dios quiere que te diga que te arriesgues a creerle, que creas de verdad que sólo de Él viene tu sustento y que Él corre el riesgo de que te olvides de Él. Eso se llama amor incondicional.
El agradecimiento es la clave que hará que nunca te olvides.
¡De dónde te sacó Dios! Pues del lodo cenagoso y enderezó tus pasos y cuando para nadie eras notorio e importante, Él creyó en ti.
Ser verdaderamente próspero significa que uno es consciente de las bendiciones y las agradece.
Que Dios sea quien te sustenta no significa que no vas a tener problemas, sino la serena confianza que el marinero se fortalece cuando Él no calma las tormentas en nuestra vida.
Nehemías 9:21 “Cuarenta años los sustentaste en el desierto. ¡Nada les faltó! No se desgastaron sus vestidos ni se les hincharon los pies.”
Si Dios lo hizo antes, lo puede volver a hacer.
Oremos, cierra tus ojos:
Creyendo que eres ese Dios de provisión y que te encanta bendecir a tus hijos, gracias Dios por correr el riesgo de hacerlo.
Te voy a honrar con mi trabajo y mientras me queden fuerzas, seguiré enfocado. Veré de cuidarme de nunca olvidar de dónde vengo y de dónde me sacaste.
Voy a pagar el mal con bien, trataré a los demás como superiores a mí… Y no permitas que el orgullo me tome como una presa. Solo de ti proviene mi paz y mi provisión, Tú eres mi sustento y es tu Palabra la que bastará para sanarme.
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