Devocional diario octubre 20
Dios es nuestro ayudador. Salmo 54
“¡Ven con tu gran poder, oh Dios, y rescátame!
Defiéndeme con tu poder.
Escucha mi oración, oh Dios;
presta atención a mi ruego.
Pues me atacan desconocidos;
gente violenta trata de matarme.
No les importa Dios en lo más mínimo.
Pero Dios es mi ayudador;
¡El Señor me mantiene con vida!
Que los planes malvados de mis enemigos se tornen en su contra;
haz lo que prometiste y acaba con ellos.
Sacrificaré una ofrenda voluntaria a ti;
alabaré tu nombre, porque es bueno, oh Señor.
Pues me libraste de mis dificultades
y me ayudaste a triunfar sobre mis enemigos.” v.1-7
David no tenía temor de presentarse ante Dios y expresarle sus sentimientos y necesidades, de igual manera nosotros no debemos sentirnos cortos, no debemos avergonzarnos, tenemos la oportunidad cada día de acercarnos a la misericordia de Dios y experimentar su amor, sus cuidados y su ternura.
Mientras menos ganas tenemos de acercarnos a Él, es cuando más debemos acércanos… quien se acerca a Él, Él no le echa fuera. Si nosotros nos acercamos a Dios, Él se acerca a nosotros, pero hay algo que debemos hacer y es dar el primer paso para entablar una relación estrecha con Él.
Cuando nos acercamos a Dios hay una transferencia, llegamos desanimados y salimos animados; llegamos cargados y salimos descansados, llegamos atados y salimos libres, vamos con miedo, y salimos con fe, vamos con una necesidad y es suplida en su presencia.
Por momentos se nos pasan pensamientos tales como: Esto se acabó, Dios se olvidó de mí, todo parece imposible y todo nos grita “de ninguna manera.” Pero el hecho de que Dios no aparezca en la escena no significa que no esté mirando todo desde su trono.
¿Sabes qué es lo que a Dios le importa? No es lo mucho o lo poco que oramos, ni si lo hacemos en voz alta o en voz baja, ni lo bonito, ni lo elocuente, tampoco lo mucho o lo poco que sabemos, lo que cuenta es la sinceridad de nuestro corazón, la pureza de nuestra fe es la que Él mira.
Nuestra oración debe ser sincera, de corazón, con confianza, diciéndole ¡Escucha Dios mi oración, préstame atención, te necesito!
Cuando lo hacemos así, Dios nos responde, viene en nuestra ayuda, sabe que lo necesitamos y que no hay quien cuide mejor de nosotros que Él.
La palabra griega para ayudador es parakletos y describe a uno que viene al lado de otro para ser su defensor, su abogado, su intercesor, su consejero.
Cada vez que salimos de casa, recordemos que el ayudador camina con nosotros.
Es por Él que nos mantenemos con vida, es por Él que los planes de los malvados quedan en nada, porque Él es el que nos libra, quien nos ayuda a que nos vaya bien, Él está con nosotros siempre.
Nos prometió… “nunca te dejaré, nunca te abandonaré, siempre te sustentaré…”
Gracias Dios porque cuando venga la desesperación, corro a ti en oración y recuerdo que tú eres mi ayudador.