Devocional 020 septiembre

Es Tiempo de Conectar, septiembre 020

La brevedad de la vida y la eternidad de Dios

“Señor, a lo largo de todas las generaciones, ¡tú has sido nuestro hogar! Antes de que nacieran las montañas, antes de que dieras vida a la tierra y al mundo, desde el principio y hasta el fin, tú eres Dios. Haces que la gente vuelva al polvo con solo decir: «¡Vuelvan al polvo, ustedes, mortales!».

Para ti, mil años son como un día pasajero, tan breves como unas horas de la noche. Arrasas a las personas como si fueran sueños que desaparecen. Son como la hierba que brota en la mañana. Por la mañana se abre y florece, pero al anochecer está seca y marchita…¡Setenta son los años que se nos conceden! Algunos incluso llegan a ochenta. Pero hasta los mejores años se llenan de dolor y de problemas; pronto desaparecen, y volamos…

Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría.” Salmos 90:1-12

Regresé de Tampa, donde visité a mi gran amigo de toda la vida, Henry, quien hoy está luchando con un cáncer terminal, y los médicos le han dicho que no le queda mucho tiempo a pesar de que no está viejo.

Verlo en esa condición me confrontó con una verdad que solemos ignorar: la vida es corta, frágil y nadie tiene asegurado el mañana.

El Salmo 90 es una de las oraciones más relevantes y más profundas de la Biblia. Lo escribió Moisés, un hombre que tuvo un encuentro con Dios cara a cara cuando subió al monte, alguien quien experimentó milagros sobrenaturales y que condujo al pueblo en medio del desierto. Sin embargo no se vanagloria en nada de las cosas grandes que hizo como líder, sino que se presenta como un hombre consciente de dos cosas muy importantes, la eternidad de Dios y la brevedad de la vida humana.

“Setenta son los años que se nos conceden, algunos llegan a ochenta, pero pronto desaparecen, y volamos.”

En este contraste hay una verdad que nos incomoda, pero que necesitamos enfrentar: la vida en la tierra es corta, frágil y pasajera. Por mucho que nos esforcemos, que viajemos, que acumulemos, o que logremos tarde o temprano todos volveremos al polvo. Y sin embargo, al ser conscientes de esa misma brevedad somos invitados a vivir con intensidad y propósito.

Moisés no comienza hablando solo de muerte sino de refugio: “Tú has sido nuestro hogar.”

No dice que nuestro hogar sea una ciudad, un país, una casa o una cuenta bancaria, porque todo eso puede cambiar o perderse. El único lugar seguro, eterno e inmutable, es Dios mismo. Vivir con esta certeza nos libera del afán de encontrar seguridad en lo temporal.

Tu vida es breve y eres vulnerable y el texto compara nuestros días con hierba que florece en la mañana y se marchita en la noche, o con un sueño que se esfuma apenas despertamos.

La intención no es deprimirnos, sino despertarnos y preguntarnos ¿qué estamos haciendo con el tiempo que se nos ha dado?

La mayoría vivimos como si tuviéramos garantizados 30, 40 o 50 años más, cuando en realidad no sabemos si tenemos 30 días. Cada segundo es un regalo y cada oportunidad puede ser la última. Repito, cada oportunidad puede ser la última, ¡no la menosprecies!

En este salmo Moisés quien vio a Dios cara a cara, reconoce que incluso nuestros pecados más guardados Él los conoce y absolutamente nada está oculto. Puede que engañemos a otros con una fachada, pero Dios ve nuestro interior. Y saber esto no debería paralizarnos de miedo, sino movernos al arrepentimiento y a una vida más auténtica.

Concluímos con lo más clave y es que la brevedad de la vida no se resuelve llenándonos de ansiedad sino diciéndole a Dios: Señor mi vida es breve así que dame sentido de lo eterno y que la eternidad comienza hoy mismo.

¿Quieres que invierta más en personas que en cosas?
¿Quieres que busque más de tí que de la aprobación de otros?
¿Quieres que siembre en lo eterno y no solo en lo breve y momentáneo?

Aplicaciones prácticas:
Haz un inventario de prioridades. Pregúntate: ¿a eso que estoy dedicando la mayor parte de mi tiempo y energía tendrá valor eterno o desaparecerá con los años?

Vive con urgencia, pero no con ansiedad. Aprovecha cada día como si fuera un regalo, no como si fuera una carga.

Busca sabiduría, no solo el éxito pues el éxito puede durar un momento; la sabiduría marca generaciones.

Oración
Señor, gracias porque Tú eres eterno y en Ti tenemos un hogar seguro. Enséñame a entender cuán breve es mi vida para que cada día lo viva con propósito. Ayúdame a priorizar lo que realmente importa: amarte a Ti, servir a otros y dejar un legado que trascienda generaciones. Que mis días, aunque pocos, estén llenos de Tu presencia. Amén.

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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global

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