Devocional 024 septiembre

Es Tiempo de Conectar, septiembre 024

Un Motor Saludable, Una Fe Saludable

“Examínense para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos.” 2 Corintios 13:5
¿Alguna vez has visto un carro o una motocicleta que parece hermosa y nueva, pero al encender el motor hace ruidos raros, echa humo o simplemente no arranca? No importa qué tan lindo se vea tu vehículo, sin un motor en buen estado no sirve para nada.

Lo mismo pasa con nuestra fe. Podemos aparentar estar bien, ir a la iglesia, tener una Biblia subrayada, hasta usar la jerga que te da entrada a la comunidad, pero si el motor de nuestra vida, nuestro corazón y nuestra fe, está dañado, tarde o temprano vamos a quedar tirados en el camino.

Tengo un Jetta 2007 con casi 350.000 kilómetros, pero lo tengo desde nuevo, lo uso ocasionalmente y lo cuido pues está en muy buenas condiciones. Pero tiene una fuga de aceite así que debo estar pendiente de que no le falte.

Fui a echarle y se me olvidó qué referencia de aceite usar; cuando pregunté a un señor que estaba frente a mi en el almacén y vio el tipo de aceite que tenía en la mano me advirtió, ojo que ese carro usa aceite sintético.

Un motor necesita el aceite adecuado y si se usa el equivocado, el motor se va a ver afectado. Esta experiencia me hizo reflexionar.
La fe es nuestro motor espiritual.

Muchos dicen tener fe, dicen ser muy creyentes, pero la fe bíblica sirve para mucho más que simplemente creer en algo de manera religiosa. Según la Biblia, la fe es la base de la relación con Dios.

Hebreos 11: 6, “De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.”

Efesios 2:6, “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.”

Un motor usa el aceite correcto, la gasolina adecuada, y el mantenimiento regular además de las revisiones constantes. Si lo descuidas, se recalienta, se ensucia o hasta se quema. Nuestra fe necesita exactamente lo mismo:

Aceite limpio: La unción del Espíritu Santo que fluye en una vida rendida a Dios.
Gasolina adecuada: La Palabra de Dios que produce la chispa necesaria y nos da fuerza y dirección.

Mantenimiento regular: Tiempo de oración, confesión y comunión con Dios y con otros creyentes.

Revisiones constantes: Examinar nuestro corazón, reconocer cuando algo no está bien y dejar que Dios lo repare.

Un motor saludable te lleva lejos, sube montañas y enfrenta terrenos difíciles. Una fe saludable te sostiene en medio de la tentación, te da fuerza en la prueba y te impulsa a vivir con propósito en un mundo que quiere detenerte.

Cómo podemos aplicar esto a nuestras vidas:
Chequea tu motor espiritual cada día. ¿Cómo está tu corazón? ¿Hay amargura, orgullo o pecado sin confesar? No ignores las señales de alerta.

Llénate con la gasolina correcta. Deja de nutrirte de redes sociales y opiniones vacías; alimenta tu fe con la Biblia y con lo que edifica.
Haz tu mantenimiento. Ora, busca a Dios, rodéate de amigos que te reten a crecer y que te ayuden a mantener el motor encendido para Cristo.
No esperes a que tu fe “se funda”. Muchos terminan estrellados espiritualmente porque nunca cuidaron lo esencial.

Un carro sin motor es solo chatarra bonita. Una vida sin fe genuina es pura apariencia. No vivas de fachadas; deja que Cristo sea el mecánico que limpie, repare y encienda tu motor. ¡Dios no te llamó a estar estacionado, a que tu fe esté guardada, sino a avanzar y dejar huella!

Desde el momento en que mi oración dejó de estar alrededor de mis propios intereses y se enfocó en otros, en ser instrumento de Dios para edificar Su Reino, mi vida dio saltos de fe que nunca creí que podía dar.

Oración:
Señor, revisa mi corazón, limpia mi vida de todo lo que no te agrada. Dame hambre de Tu Palabra, derrama Tu Espíritu sobre mí y hazme un hombre, una mujer, que vive con fe fuerte, sana y lista para avanzar hacia Tus propósitos. Amén.

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Creado y narrado por Juan Bravo. producido por Conectar Global

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